Tres días después del robo del fusil G3 perpetrado la madrugada del pasado 12 de noviembre en instalaciones militares de Puebla, el arma fue recuperada en la zona de Santa María Xonacatepec, donde los delincuentes la habrían dejado abandonada detrás de un domicilio al sentirse presionados por el operativo de búsqueda. Ahora se sabe, de acuerdo con fuentes cercanas a este diario, que los responsables del atraco serían exelementos desertores de la Guardia Nacional, plenamente identificados, quienes incluso se habrían hecho pasar por repartidores de comida para poder acercarse sin levantar sospechas al puesto de vigilancia.
El robo, que generó fuerte preocupación entre autoridades castrenses y civiles, ocurrió alrededor de las 02:15 horas en la entrada de la Unidad Habitacional Militar El Chamizal, sobre avenida Vicente Suárez. Dos sujetos arribaron en una motocicleta Itálica roja, sin placas, y se aproximaron al puesto de vigilancia número 2. Siguiendo un plan calculado, uno de ellos descendió, amagó con una pistola al elemento encargado de la seguridad y le exigió entregar su arma larga, mientras el cómplice lo cubría con otra arma corta.
El vigilante fue despojado del fusil G3, su cargador con 20 cartuchos útiles y su teléfono celular. Posteriormente, los agresores escaparon en dirección a la 14 Oriente. Al tratarse de un arma de uso exclusivo del Ejército Mexicano, las corporaciones activaron de inmediato un operativo conjunto entre la Guardia Nacional, el Ejército, la Policía Estatal y la Policía Municipal.
A través del monitoreo del DERI y del C5 se logró rastrear la ruta de escape hacia Santa María Xonacatepec, zona donde concentraron los filtros y revisiones. Aunque en ese momento no hubo detenidos ni se localizó el arma, las autoridades intensificaron el seguimiento y labores de inteligencia.
Fue así como, tres días después del atraco, el fusil fue hallado abandonado detrás de un domicilio en la misma junta auxiliar. De acuerdo con las fuentes consultadas, los responsables, al verse acorralados por los movimientos de la Guardia Nacional, optaron por deshacerse del arma para evitar ser rastreados.
Las mismas versiones indican que los ladrones serían dos exelementos de la Guardia Nacional, identificados como Carlos y Eduardo, quienes habrían desertado tiempo atrás. Su experiencia interna y conocimiento de los protocolos de vigilancia habrían sido determinantes para ejecutar el robo con precisión y sin levantar sospechas.
Las investigaciones continúan y las autoridades ya trabajan para ubicar a los desertores y fincarles responsabilidades. La recuperación del fusil reduce el riesgo inmediato, pero el caso exhibe un nivel de audacia significativo por parte de los responsables y mantiene encendidas las alertas en las corporaciones de seguridad.












