El amanecer en la cara norte del Citlaltépetl trajo angustia para un grupo de montañistas y movilización para cuerpos de rescate. Salvador Ávila, un alpinista de 63 años originario de Tamaulipas, se extravió durante el descenso del Pico de Orizaba y pasó toda la noche desorientado en medio del clima extremo. Contra todos los pronósticos, fue encontrado con vida y en buenas condiciones de salud.
El reporte inicial surgió temprano, cuando integrantes del grupo narraron que el sábado comenzaron a descender desde la cumbre y llegaron al refugio Piedra Grande alrededor de las dos de la tarde. En el trayecto, Salvador les pidió que avanzaran asegurando que conocía el camino y que los alcanzaría más adelante. Esa fue la última vez que lo vieron.
Las horas comenzaron a pesar. Las mujeres del grupo bajaron a Tlachichuca para resguardarse, mientras dos de los hombres permanecieron toda la noche en el refugio esperando verlo aparecer. El tiempo avanzó sin señales de él. Otros montañistas que pasaban por la zona mencionaron haber visto a lo lejos una luz moviéndose hacia el lado del Jacal, ya en territorio veracruzano, lo que encendió la esperanza de que pudiera tratarse del extraviado.
El clima fue determinante. De acuerdo con el propio Salvador, durante el descenso comenzó a nevar de manera intensa y los senderos quedaron completamente cubiertos, provocando que perdiera la orientación. En su avance a ciegas encontró a un grupo de guías que lo apoyaron y lo acompañaron hacia zonas seguras.
Mientras tanto, autoridades locales y estatales desplegaron un operativo en la zona norte del volcán, coordinándose entre municipios y centros de emergencia. Al mediodía del domingo, familiares informaron que ya habían tenido contacto con él, lo que activó una segunda fase del operativo para confirmar su ubicación y estado físico.
Finalmente, personal de búsqueda logró ubicarlo en la comunidad de Miguel Hidalgo, donde se le realizó una valoración prehospitalaria. Pese a la noche de frío extremo y desgaste físico, el montañista se encontraba sin lesiones y con signos vitales estables. Posteriormente, se retiró acompañado de sus compañeros, bajo supervisión de un guía especializado.
El rescate concluyó sin pérdidas humanas y dejó en claro, una vez más, que el Citlaltépetl no perdona descuidos. La coordinación oportuna y la experiencia de los guías marcaron la diferencia entre una tragedia y un final afortunado.