La tarde de este Día de Muertos, la adrenalina subió en el Centro Histórico de Puebla cuando un reporte ciudadano alertó sobre un presunto asalto en una taquería. La denuncia describía una escena digna de película cómica: un hombre disfrazado del payaso de McDonald’s, acompañado por una mujer vestida de catrina y otros caracterizados, había ingresado al negocio con lo que parecía ser un arma de fuego. El ruido corrió rápido. “Entró un payaso armado a asaltar la taquería Ali”, fue lo que llegó al 911.
Pero la historia no terminó como se imaginó en un inicio. Las patrullas arribaron al sitio, se revisó la situación y se confirmó que no se trataba de un atraco, sino de un malentendido festivo. La supuesta arma era de juguete y los jóvenes simplemente deambulaban por la zona celebrando las fechas de Halloween y Día de Muertos, donde los disfraces y el ambiente nocturno hacen volar la imaginación de más de uno.
De acuerdo con la información oficial, la dueña del establecimiento explicó que efectivamente el hombre disfrazado ingresó al local, pero jamás hubo amenaza, violencia ni exigencia alguna. Fue una persona ajena al negocio quien, al observar la escena y ver el objeto en las manos del sujeto disfrazado, hizo la llamada pensando en un delito.
Tras la inspección y verificación de cámaras, se confirmó que no hubo robo ni intento de él. Todo quedó en susto y en anécdota para quienes estaban presentes. Los policías se retiraron sin novedad y los comensales pudieron seguir con sus tacos, y quizá también con una sonrisa nerviosa, de esas que salen cuando uno se imagina catrinas y payasos convertidos en criminales.
Aunque al final no pasó nada, el episodio nos recuerda lo sensible que anda la ciudadanía frente a cualquier situación sospechosa. En días donde lo festivo convive con la realidad dura de la ciudad, a veces la línea entre un disfraz y un peligro parece más delgada de lo que es. Y en esta ocasión, el único delito fue asustar por accidente.
		










