Un caso que estremece por su brutalidad salió a la luz en la junta auxiliar de San Pablo Xochimehuacan, donde dos adolescentes denunciaron haber sido víctimas de violencia familiar extrema: su propio padre presuntamente las mantenía encadenadas dentro de su domicilio.
Las afectadas, Juquilita N. de 12 años, y Yosselin N., de 13, relataron a las autoridades que sufrían agresiones psicológicas y físicas constantes por parte de su padre de nombre Alfonso. De acuerdo con su testimonio, el hombre las tenía encadenadas del tobillo derecho, limitando su movilidad y sometiéndolas a un encierro forzado.
La situación salió a la luz cuando una de las menores logró zafarse de la cadena y escapar por una ventana. Desde el exterior, regresó para auxiliar a su hermanastra y juntas consiguieron huir del inmueble. En su desesperación, recurrieron al novio de Juquilita, quien a su vez pidió apoyo a sus familiares, lo que permitió que se diera aviso a las autoridades.
Tras el reporte, las adolescentes fueron localizadas y resguardadas. Ambas confirmaron los episodios de maltrato al ser entrevistadas, detallando que vivían únicamente con su padre. No se proporcionaron datos de la madre y, según lo referido, no convivía con ellas. Las menores no presentaban lesiones que requirieran atención médica inmediata, aunque el impacto emocional es evidente.
Las adolescentes fueron trasladadas para recibir atención integral y quedar bajo resguardo institucional, mientras se dio parte a las instancias correspondientes para la protección de sus derechos. La Fiscalía General del Estado abrió una investigación formal por el delito de violencia familiar agravada en contra de Alfonso.
Trascendió que el caso será investigado a fondo, al tratarse de violencia ejercida contra menores de edad. Las autoridades no descartan que las adolescentes hayan sido víctimas de otros tipos de maltrato, más allá del físico y psicológico ya denunciado, por lo que las indagatorias continuarán para esclarecer plenamente el entorno en el que vivían.
Este hecho pone nuevamente en evidencia la violencia que permanece oculta al interior de algunos hogares y la vulnerabilidad de niñas y adolescentes. La intervención oportuna evitó que el caso terminara en una tragedia mayor, pero deja al descubierto una realidad que exige atención inmediata y castigos ejemplares para quienes atenten contra la integridad de menores.














