Odilón Larios Nava. – Un drogadicto mató a su madre, tuvo el cuerpo oculto en durante dos días en la casa donde vivían los dos y este viernes por la noche fue descubierto cuando cavaba una fosa para sepultar clandestinamente el cadáver. Los hechos ocurrieron en un domicilio de la colonia Reforma Sur, en la ciudad de Puebla.

La víctima de este atroz crimen fue la señora Lidia, de poco más de 60 años de edad, quien era profesora jubilada, a quien los vecinos admiraban por su compromiso con la sociedad, la describieron como alguien buena y bondadosa, además de respetuosa y filántropa, quien en su juventud ayudó a muchos de sus vecinos a que aprendieran a leer y escribir.

La maestra Lidia era divorciada, y vivía sola con su hijo Antonio (Toño), de 34 años de edad. La casa que habitaban se encuentra en la 65 Sur y la 9 Poniente, de la colonia Reforma Sur. Lidia mantenía una comunicación constante con sus sobrinos y hermanos, a quienes quería mucho y era correspondida, dijeron los vecinos.

Ahora se sabe que, Toño, aparentemente estando bajo los efectos de las drogas, atacó a su madre con un cuchillo. “La degolló” y causó otras lesiones, indicaron fuentes policiales de manera extraoficial.

El crimen habría ocurrido el pasado miércoles, pero el hombre tuvo el cadáver oculto dos días. La incomunicación que siguió de Lidia con sus otros familiares, causó preocupación. Sus sobrinos y hermanos no dejaron pasar la ausencia, fueron a buscarla para saber si se encontraba bien.

Sin embargo, Toño les daba escusas, les decía que había salido y no se encontraba en la casa, a la cual no les permitía el acceso. La renuencia del hijo de la mujer a darles información certera del estado de salud de Lidia, hizo que los otros familiares se preocuparan más.

Así fue como al caer la noche de este viernes, llegaron y nuevamente llamaron a la puerta. Toño salió una vez más y les dijo que su mamá no se encontraba. Esta vez los familiares iban decididos a encontrar a Lidia, por lo que empujaron a Antonio que resguardaba la puerta.

Al ingresar, dicen los vecinos, se escucharon unos terribles gritos, pues descubrieron que Lidia estaba muerta y que Toño estaba cavando una fosa en el patio para sepultarla y así intentar esconder su crimen.

Los familiares llamaron a la policía. Elementos de la Policía Municipal fueron los primeros respondientes, al llegar de tuvieron al parricida y lo llevaron a la dirección de policía municipal en Rancho Colorado, en donde hicieron los trámites para ponerlo a disposición del Ministerio Público.

Las diligencias del levantamiento del cadáver estuvieron a cargo de la Unidad de Investigación de Feminicidios, de la Fiscalía Especializada en Investigación de Delitos de Violencia de Género Contra las Mujeres, quienes junto con peritos en criminalística aseguraron los indicios y dieron inicio a las investigaciones del caso.

LIDIA ERA UNA MUJER MUY RESPETADA

Los vecinos de Lidia no podían creer lo que ocurrió. “Eso no le puede haber pasado a ella, era un alma de Dios”, dijeron algunos. Otros vecinos lamentaron que “la haya matado su propio hijo, su único hijo, quien era su adoración”.

Lidia fue descrita como una mujer ejemplar, respetuosa, cálida con la gente y como alguien siempre dispuesta a ayudar. Era profesora y psicóloga, por ello pudo ayudar a mucha gente.

Cuando era más joven enseñó a leer y escribir a adultos que no sabían hacerlo. Ayudó a que niños y jóvenes no abandonaran sus estudios y pudieran concluir al menos la educación básica.

Daba clases gratuitas en la iglesia de la mencionada colonia. También, los vecinos aseguraron, daba clases a reclusos en el penal de San Miguel ayudándolos con el proceso de reinserción social.

“Las personas buenas no merecen terminar así” coincidieron los vecinos.