Un infarto acabó con la vida del velador de la Escuela Secundaria Técnica número 2 Tierra y Libertad, ubicada en la colonia San Baltazar Campeche, en la ciudad de Puebla. El varón de 68 años de edad padecía hipertensión y en los últimos días se había sentido mal, según indicaron sus familiares a las autoridades.

El finado llevaba por nombre José Atanacio Isidro R. P., de 68 años de edad, y se desempeñaba como velador en la mencionada escuela ubicada en el bulevar Valsequillo sin número, en San Baltazar Campeche. Vivía cerca de la escuela, en la misma colonia, pero en la calle Corregidora.

Lo que se sabe del caso es que el intendente llegó a trabajar a la escuela alrededor de as 06:50 horas, al ir cruzando el patio notó que el velador estaba tirado y no se movía. Notó que en el lugar no había manchas de sangre y que el cuerpo no presentaba huellas de violencia.

El intendente avisó a los directivos y llamó al 911. Minutos después llegaron los técnicos en urgencias médicas y fueron estos últimos los que confirmaron que el sexagenario había perecido horas antes. La causa probable de muerte fue un infarto, indicaron los paramédicos a los allí presentes.

Las autoridades escolares llamaron a Florinda, la esposa de José Atanacio Isidro, y le indicaron que debía acudir a la escuela. Una vez en la institución, los jefes de su esposo le dieron la triste noticia.

Durante la charla con las autoridades policiales, la mujer les indicó que su esposo era hipertenso desde hace cinco años, y precisó que últimamente el hombre manifestaba sentirse muy mal, con mareos y dolores de cabeza.

Agentes ministeriales y peritos de la Fiscalía General del Estado acudieron al lugar y confirmaron que el cuerpo no tenía huellas de violencia. Además, observaron las cámaras de seguridad de la escuela, las cuales captaron el momento en el que el hombre sufre el infarto, se desvanece y cae muerto al piso, en el lugar donde lo encontró el intendente.

Al ser un deceso por causas naturales, las autoridades permitieron que sus familiares se hicieran cargo del cuerpo por medio de una empresa funeraria, para que realizaran las exequias de rigor y no tener que pasar por los engorrosos trámites de la necrocirugía.