Ni después de muerta pudo descansar en paz Gisela, alias la Payasita, de 41 años de edad, quien pereció el pasado miércoles en la colonia Ignacio Zaragoza, en el exterior de la rampa de la 25 Zona Militar. La mujer carece de familia y era indigente, sus conocidos y compañeros del escuadrón de la muerte la pretendían velar en un domicilio del lugar, pero el propietario creyendo que murió de Covid los corrió con todo y el ataúd con el cadáver, por ello debieron dejarlo por más de una hora en la calle, lo cual causó preocupación entre los vecinos. Finalmente, las almas caritativas consiguieron un inmueble en donde velarla y trasladaron el ataúd con el cuerpo a ese nuevo lugar al sur de la ciudad de Puebla.

La historia de la payasita es sumamente triste. Gisela D. I., de 41 años de edad, era originaria de Ciudad de México. En Puebla vivía en la indigencia, era adicta a las drogas y al alcohol. Le decían la payasita porque se ganaba unas monedas con ese noble oficio.

Gisela además padecía cáncer de mama en estado avanzado, quizá eso la tenía con un cuadro severo de desnutrición, y además la enfermedad le había causado alopecia. La gente que la conocía refirió que ya estaba muy mal.

El pasado miércoles en una de las bancas ubicadas en la colonia Ignacio Zaragoza, a la altura de la rampa de la 25 Zona Militar, fue hallada muerta. La Fiscalía General del Estado hizo el levantamiento del cadáver, asentando que murió aparentemente por causas naturales.

El buen corazón de sus conocidos, entre ellos una mujer de dijo ser “la madrina” de Gisela, solicitaron a las autoridades que les entregaran el cuerpo para darle cristiana sepultura. Así es como contrataron los servicios funerarios y llevaron el ataúd con el cuerpo de la payasita hasta un domicilio muy cerca del lugar donde murió.

Desgraciadamente la mujer que dio el permiso para velar el cadáver no es propietaria, solo renta en el lugar. Cuando el propietario llegó y vio el ataúd con el cuerpo de Gisela, ordenó que la retiraran de ahí, presumiblemente temía que la muerte fuera por Covid y que estuvieran expuestos a contagio.

Es por ello que debieron sacar el ataúd con el cuerpo a la calle, lo dejaron sobre las bases que la misma funeraria había otorgado. Los vecinos se preocuparon por la presencia del cuerpo en la vía pública y comenzaron a llamar a las autoridades.

Finalmente, los amigos de la payasita consiguieron un lugar en donde velar el cuerpo. Así es como llamaron nuevamente a la funeraria y el cuerpo fue trasladado hasta un domicilio de Castillotla, donde podrán despedirla de una manera digna.