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La primera gran reunión en tierras mexicana entre altos representantes de este país y de Estados Unidos ha dejado desmentidos sobre la polémica de las deportaciones masivas de indocumentados por parte de miembros de la Casa Blanca , así como un reconocimiento por parte de ambas delegaciones de que debe haber una mirada hacia Centroamérica para tratar el tema migratorio y de que queda mucho por hacer para recomponer las dañadas relaciones bilaterales.

En todo caso, los ministros de Trump parecen ser mensajeros más diplomáticos que su jefe que apostaba horas antes de la reunión, en esa ‘estrategia’ negociadora de poner palos en las ruedas, que sería «un encuentro muy difícil». A estas alturas nadie duda en México que el que hará el papel de ‘poli malo’ en las negociaciones por parte norteamericana será el hombre que tiene la última palabra, Donald Trump.

A la reunión han acudido por parte de EEUU el secretario de Estado, Rex Tillerson, y el Secretario de Seguridad Nacional, John Kelly y, en representación mexicana, los secretarios de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, el secretario de Estado, Osorio Chong, y el secretario de Hacienda, Juan Antonio Meade, junto a los máximos mandatarios de la Armada y el Ejército.

Tras el encuentro, los secretarios de Interior y Exteriores de ambos países dieron un mensaje a los medios en el que John Kelly quiso «dejar muy claro a la prensa que no va a haber detenciones masivas de gente. Todo se va a hacer legalmente y apegado a los derechos humanos. No vamos a usar la fuerza militar en estas deportaciones. Vamos a proteger la dignidad de las personas». El secretario de Interior estadounidense volvió a insistir en este polémico punto asegurando que «no va a haber fuerzas militares en materia de inmigración. Quiero decírselo al presidente y presentarle mis respetos de un país a otro».

Esa última frase era en parte la prueba de que la negociación había acabado de forma satisfactoria. El encuentro de Tillerson y Kelly con el presidente mexicano Enrique Peña Nieto había quedado supeditado por el Gobierno mexicano a que la ronda de conversaciones previa fuera «amigable».

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La reunión con Peña Nieto se produjo finalmente sobre las 14 horas y duró poco más de una hora. Según el comunicado del Gobierno de México «el presidente Enrique Peña Nieto reiteró que para el Gobierno de México la protección de los mexicanos en los Estados Unidos y el respeto a sus derechos es una de las mayores prioridades».

En este juego de gestos que se han convertido las relaciones diplomáticas entre ambos países, esta vez los mexicanos, anfitriones, no quisieron hacer un comunicado público conjunto y controlar así las imágenes y comunicados de la reunión antes de que el Twitter de Trump pueda adelantarse. «Al concluir el encuentro, el Presidente Peña Nieto señaló que la presencia de ambos secretarios en México, en esta etapa inicial de la Administración del Presidente Donald Trump, acredita el interés de construir una relación positiva que depare mejores condiciones de seguridad, desarrollo y prosperidad para México y Estados Unidos», dice el texto enviado desde Los Pinos.

El otro punto de acuerdo fue la coincidencia de ambas delegaciones de que el problema migratorio debe arreglarse sentando a la mesa a los países latinoamericanos. «México ha dejado de ser un país de migrantes para ser un país de tránsito. Hemos acordado que debemos asumir una responsabilidad compartida con un enfoque que no sólo atienda el control sino el desarrollo y estabilidad de las naciones. México y EEUU debemos invitar a los países del triángulo norte de Centroamérica (Honduras, Guatemala y El Salvador), Canadá, Colombia… para que asumamos una responsabilidad conjunta» dijo Videgaray.

«Hay que reforzar nuestras relaciones con Guatemala, Salvador y Honduras. Hay que tratar de forma justa a la gente que está de tránsito», reconoció por su parte Tillerson, mientras que Kelly aseveraba que «la migración debe ser segura y estamos trabajando fuerte para que sea lo más fácil posible y evitar la migración ilegal de Centroamérica». Parece, de lo dicho por todos, que se propondrá una especie de cumbre regional para atajar el problema en los países de origen.

Por último, el secretario Osorio Chong señaló el que ahora amenaza con convertirse en el gran problema migratorio entre México y EEUU: «Planteamos nuestro desacuerdo ante alguna de las medidas que anunció EEUU y nos afectan. Particularmente el eventual aumento de deportaciones y la posibilidad de que los ciudadanos de otros países regresen a nuestro territorio hasta que se sepa su situación jurídica». De lo que hablaba el mexicano es de la posibilidad que se apunta en los decretos migratorios de Trump de que las peticiones de asilo de inmigrantes a EEUU se resuelvan en tierras mexicanas. Eso crearía un enorme tapón de miles de personas en la frontera sur de personas que tienen un régimen ‘alegal’ en México y que podrían generar enormes campos de refugiados.

Fuente: http://www.elmundo.es/internacional/2017/02/23/58af438aca474177248b45ae.html