Fue vinculado a proceso Antonio, alias Toño, el parricida que la semana pasada asesinó a la mujer que más lo amaba: su madre. Como este diario reveló, los hechos ocurrieron en la colonia Reforma Sur, en la ciudad de Puebla. Se le imputan los delitos de feminicidio e intento de inhumación clandestina. Cabe recordar que, se presume, Toño mató a su mamá cuando esta no le quiso dar dinero para comprar drogas.

Como este diario lo informó, el viernes por la noche, familiares, sobrinos y hermanos, de la profesora y psicóloga, Lidia Elena, llegaron a buscarla después de un par de días de no saber nada de ella.

La mujer de la tercera edad, era divorciada y vivía sola con su hijo Antonio, de 34 años de edad. Durante esos días que la profesora no se comunicó con el resto de su familia, éstos se preocuparon y cada que acudían a la casa de la mujer, el hijo les inventaba algo para que se retiraran.

Sin embargo, el viernes fueron decididos a enterarse de lo que pasaba con Lidia Elena. Es por ello que cuando Toño les inventó otra historia, empujaron la puerta e ingresaron a la casa. Entonces vieron que Lidia estaba muerta y que Toño estaba cavando una fosa para sepultarla clandestinamente y tratar de ocultar el crimen.

Tras ser descubierto el crimen, Antonio fue entregado a las autoridades y remitido ante el Ministerio Público del Fuero Común. Finalmente, el martes se llevó a cabo la audiencia inicial en su contra.

Se le imputó el delito de feminicidio, en contra de su propia madre, así como el intento de inhumación del cadáver. En esa misma audiencia fue vinculado a proceso y sujeto a la medida cautelar de prisión preventiva por el tiempo que dure el proceso en su contra.

Como en este espacio informativo se dio a conocer, Lidia Elena, la profesora, era muy apreciada entre sus vecinos y conocidos, pues le reconocen su labor altruista y espíritu filantrópico, siempre buscaba ayudar. Enseñó a muchos adultos a leer y escribir, además de que motivaba a jóvenes a concluir su educación básica. También prestaba sus servicios en el penal de San Miguel, en donde ayudaba con la educación de personas privadas de la libertad.

Los vecinos coincidieron en que “era una buena mujer” y “no se merecía tener este fin”.